Lisboa es una ciudad arquitectónicamente fascinante. Se conserva mucho mejor que mi ciudad natal, la gente está rehabilitando edificios y el ayuntamiento ofrece ventajas fiscales a aquellos que deciden restaurar sus fachadas.
Una de las cosas más bonitas de ver es la cantidad de detalles que conforman las fachadas de los edificios. Vistos en conjunto, parecen un mural donde todo está combinado: los colores de la fachada y de las puertas y ventanas, las rejas, los azulejos, las molduras de las cornisas... pero si te fijas un poco más, descubres que no hay ninguno igual. Los motivos de parecen, los diseños son muy similares, pero no hay dos rejas iguales, ni dos azulejos repetidos. Cada edificio es único.
Lisboa es una ciudad para los amantes de la arquitectura. Perfecta para perderse en sus calles. Las fotos que aparecen aquí las hice el jueves, paseando por el barrio de Alfama. Decidí centrarme en los azulejos que forraban las fachadas, para no perderme haciendo fotos de puertas, tejados o suelos hidráulicos. Porque hay tanto donde elegir que a veces me veo superada ¡Si no decido qué fotografiar me paso más de media hora en una sola calle!
Aquí se puede ver un ejemplo de lo que comentaba arriba: cómo conciben los detalles en conjunto, para que el resultado final de la fachada sea equilibrado. En este caso, una casa decorada en azul y blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario