Es un pueblecito cerca de Lisboa, conduciendo una hora hacia el norte, cerca de la costa. Muchos portugueses van a visitarlo porque está muy bien conservado, con su muralla alrededor y todas las casitas encaladas. Tiene siete iglesias dentro de la parte antigua, y un par de librerías. Esto último de sorprendió bastante, porque no tiene muchos habitantes y, sin embargo, ambas tiendas son enromes. Una de ellas, incluso está ubicada en una especie de granero antiguo.
A parte de este detalle, puedes caminar sobre toda la muralla, que no tiene barandilla (lo que da un poco de vértigo en algunos puntos donde el muro es más estrecho) y te permite ver el interior de las casas del pueblo. Casi todas tienen jardín o patrio privado y poder cotillear su interior es fantástico.
Si viajáis a Portugal y tenéis planeado ir al Monasterio de Alcobaça, pasad por Óbidos, se encuentra un poco antes y la visita no os decepcionará.
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