Es el título del libro que me estoy leyendo, escrito por Alejandro Jodorowsky. Se trata de una recopilación de historias cortas, koans y haikus que le contó su maestro, un monje zen japonés. La verdad es que me encanta, porque trata temas que últimamente se aparecen en mi camino. Desde hace unas semanas estoy practicando la meditación y los asuntos sobre la atención, la espera, la expectativa y el descubrimiento de uno mismo a través de ellas me interesan. Cada relato versa sobre un tema y debajo le acompaña una explicación del autor. Os transcribo cuatro que me gustan mucho.
El primero se llama "Las dos gateras". Me gusta porque vivo con dos gatos, claro...y porque comparto la visión que expresa. Algunas veces me han advertido que actúo de forma impulsiva e incluso un poco desordenada cuando me muevo animada por los afectos. Siempre me ha parecido un poco injusto, y en este relato encuentro un apoyo:
Un artista japonés tenía dos gatos, uno grande y otro pequeño. Puso dos gateras en su puerta, una grande y otra pequeña. Un amigo que pasaba por allí se quedó asombrado:
- ¿Por qué dos gateras? ¡Con una sola habría bastado!
- Pero ¿cómo? Así hay una para cada uno.
- ¡Pero veamos! De haber puesto una grande habría servido para ambos.
- Es cierto. No caí en la cuenta.
EXPLICACIÓN DEL AUTOR:
Esta historia es un poco extraña. La encontré en un librito: "El gato y el samurái, cuentos del Japón" (Perusat Stork). Es una colección de historietas iniciáticas que trastornan el sentido de la lógica.
En ésta, hay presentes dos tipos de lenguaje: el del corazón y el del intelecto.
El artista tenía dos gatos mientras que el intelectual no los tenía. ¿Cómo habría podido este último imaginar el amor que sentía el artista por los suyos?.
Cabría pensar que la respuesta del artista revela un espíritu un tanto simplón, o cabría pensar que significa: "Yo no uso el intelecto en aquello que es del orden del amor. El intelecto no tiene cabida en el lenguaje del corazón. Yo quiero hacer los honores a mis dos gatos proporcionándoles una entrada para cada uno. Si el pequeño pasa por la gatera grande es asunto suyo. Hace lo que quiere. Quizá un día el grande se retuerza como un loco para utilizar la entrada pequeña. ¡Lo que a mí me importa es proporcinarle una entrada a cada uno!". Todos tenemos una puerta que nos corresponde. No podemos pasar todos por la misma, por más grande que ésta sea.
La segunda historia me gusta porque soy muy ordenada, necesito tener las cosas "en su sitio", controladas, limitadas. Siempre busco la armonía en mi entorno y a menudo trabajo duramente para mantenerla. Sin embargo, esta historia trastoca mi concepto del orden, me da una lección: no pueden existir límites y control si no se trasgreden de vez en cuando. Se llama "El jardín Zen":
Un maestro zen le pidió a su discípulo que limpiara el jardín del monasterio. El discípulo limpió el jardín y lo dejó en un estado impecable. El maestro no quedó satisfecho. Le mandó hacer de nuevo la limpieza una segunda vez, luego una tercera. Desalentado, el pobre discípulo se quejó:
- Pero maestro, no hay nada más que poner en orden, que limpiar en este jardín ¡Todo está hecho!
- Falta una cosa- respondió el maestro.
Sacudió el árbol y algunas hojas se desprendieron, tapizando el suelo.
- Ahora el jardín está perfecto.
EXPLICACIÓN DEL AUTOR
Hay un aspecto ordenado de lo mental que permite al intelecto trabajar dentro del orden y un aspecto desordenado que permite al inconsciente manifestarse. El orden perfecto sólo existe al lado del desorden. El orden total en un jardín mata el jardín.
El tercer relato refleja la conclusión a la que he llegado últimamente, que se puede ver aquí y aquí, sobre el punto de vista y los enfoques que le damos a una misma realidad. Después de pasear largamente por mis laberintos internos, he descubierto que todo depende del cristal con que se mire. Se trata de un trabajo personal, un esfuerzo consciente por no ser cenizo y disfrutar de las cosas buenas que nos da la vida y hacer llevaderas las malas. El nombre de este tercer relato es "El Infierno y el Paraíso":
Un samurái le pidió a un maestro que le explicara la diferencia entre cielo e infierno. Sin responderle, el maestro se puso a dirigirle gran cantidad de insultos. Furioso, el samurái desenvainó su sable para decapitarle.
- He aquí el infierno- dijo el maestro antes de que el samurái pasara a la acción. El guerrero, impresionado por estas palabras, se calmó al instante y volvió a enfundar el sable.
Al hacer este último gesto, el maestro añadió:
- He aquí el cielo.
EXPLICACIÓN DEL AUTOR:
Al entrar en determinados estados, nos creamos nuestro propio infierno, así como al entrar en otros estados nos creamos nuestro propio paraíso. El infierno y el paraíso dependen de nosotros.
La cuarta y última historia la transcribo porque me parece una de las actitudes más rectas y más complicadas de alcanzar: relacionarse con los otros sin juzgarlos ni proyectar nuestra manera de ser en ellos. Se llama "Los monjes y los conejos":
Dos monjes estaban sentados en plena naturaleza. Uno de ellos estaba rodeado de conejos y el otro no. El que no tenía conejos a su alrededor le dijo al otro:
- ¡Eres un santo! ¡Es increíble! Todos los conejos están a tu alrededor, mientras que huyen de mí. ¿Cuál es tu secreto?
- No tengo ningún secreto. No como conejo. Eso es todo.
EXPLICACIÓN DEL AUTOR:
Si quieres que uno ser tenga confianza en tí, debes hablarle siendo como un espejo muy puro. En la magnífica exposición de piedras del Jardín des Plantes, hay el más bello espejo de obsidiana que existe en Europa. Tú mismo debes llegar a parecerte a ese espejo, reflejar al otro sin crítica ni proyección.
Espero que os hayan gustado tanto como a mí.
:)
"The finger and the Moon" is the title of a book I'm reading, written by Alejandro Jodorowsky. It's a collection of short stories named koans and haikus that were told by his teacher, a Japanese Zen monk. The truth is that I love them. They address some issues that I have recently crossed upon my way. I have been practicing meditation for a few weeks now and we've been doing some work on attention issues, waiting, expectation and self-discovery. Each of these short stories deals with such subjects and are followed by an explanation from the author. I have transcribed four stories that I really liked.
The first is called "The two cat flaps". I like it because I live with two cats, of course ... and because I share the vision expressed. Sometimes I have noticed that I act on impulse and even do things in a little messy way when I move encouraged by the affections. It has always seemed a bit unfair to me, so I find some support within this story:
A Japanese artist had two cats, a large and a small one. He put two cat flaps in his door, a big and a small. A friend who was passing by was surprised by this:
- Why two door?With only one would have been enough!
- But how? There is one for each.
- Look! With just one big door it would have been enough for both.
- It is true. I didn't realize it.
EXPLANATION FROM THE AUTHOR:
This story is a bit strange. I found it in a book, "The Cat and the samurai tales of Japan" (Perusat Stork). It is a collection of stories that defy the sense of logic.
In it, there are these two types of languages: that from the heart and the intellect.
The artist had two cats but the intellectual did not. How could the latter imagine the love he felt for his animals?
One might think that the artist's response reveals a somewhat simple-minded spirit, or it really means: "I do not use the intellect in that which is of the order of love. Intellect has no place in the language of the heart. I wanted to honor my cats by providing each of them with an entry. If the little one passes through the big flap it's its choice. Perhaps one day the big one will twist like crazy to pass through the small entrance. As far as me, I only gave a door to each ".
We all have our own door. We cannot have all the same one, however large it may be.
I liked very much another story because I'm very organized, I need to have things "in place", controlled, limited. I always seek harmony in my work environment and often I find it hard to keep. However, this story changed my concept of order, it gave me a good lesson: there can't be limits and control if there isn't an occasional transgression. The story is called "The Zen garden":
A Zen master asked his disciple to clean the monastery garden. The disciple wiped the garden and left it in perfect condition. The teacher was not satisfied. He sent him back for cleaning a second time, then a third. Discouraged, the disciple complained:
- Master, there is nothing else to put in order and to clean up in this garden, all has been done!
- Just one thing. Said the master.
He shook one tree and some leaves fell off, covering the ground.
- Now the garden is perfect.
EXPLANATION FROM THE AUTHOR:
Order that allows the intellect to work and some chaos allows the unconscious to manifest. The perfect order exists only near the disorder. Total order in a garden destroys it.
The third story reflects a conclusion I've come to lately. I've written about it here and here. It's about different points of view for a same reality. After a long walk through my internal mazes, I discovered that everything is in the eye of the beholder. Everything is a personal discovery, a conscious effort not to be blue and enjoy the good things that life gives us. The name of this third story is "Hell and Paradise":
A samurai asked his Sensei to explain the difference between heaven and hell. Without answering, the teacher started to insult him harshly. Furious, the samurai drew his sword and was ready to cut his head.
- "This is hell" said the Sensei before the samurai attacked. The warrior, impressed by these words, instantly calmed and returned to sheathe his sword.
In making this last gesture, the teacher said:
- "Here is heaven".
EXPLANATION FROM THE AUTHOR:
Upon entering some altered states, we create our own hell, and when we enter other states we create our own paradise. Hell and heaven depend on ourselves.
The fourth and final story I think reflects one of the straightest and more complicated attitudes we can achieve: relate to others without judging or projecting our way of being in them. It's called "The monks and rabbits":
Two monks were sitting in nature. One of them was surrounded by rabbits and the other was not. The one that had no rabbits told the other monk:
- You're a saint! It's amazing! All rabbits are around you, while they flee from me. What is your secret?
- I have no secret. I don't eat rabbit. That's it.
EXPLANATION FROM THE AUTHOR:
If you want to be trusted, you must speak as if you were a pure mirror. In the magnificent rock exhibition at the Jardin des Plantes, is the most beautiful obsidian mirror that exists in Europe. You must be like that mirror, reflecting the other without criticism or projection.
I hope you like them as much as me.
:)