28.10.15

El mosaico hidráulico: una obsesión

Una de mis obsesiones es el mosaico hidráulico. La enfermedad me entró durante una asignatura de tercero de carrera llamada "Arqueología Industrial" y desde entonces ha empeorado. No sólo colecciono azulejos que recojo de cualquier lugar (ruinas, contenedores de obras, casas abandonadas, descampados...) si no que no hay un sólo suelo forrado con estos diseños que no fotografíe. 
La cosa ha adquirido proporciones descomunales. Llegué a vivir en una casa por sus mosaicos. Era un piso pequeño y viejo, pero con los mosaicos intactos. Ver aquello me entusiasmó, por lo que alquilé una casa fría e incómoda sólo por poder pisar aquel suelo todos los días. También he arrastrado a esta paranoia a mi querido padre (el cual, ha llegado a venir conmigo a arrancar piezas de un solar, ha pedido azulejos a dueños de casas, etc), y he causado autenticas trifulcas a la hora de mudarme de ciudad, con decenas de kilos extra en el camión (los azulejos son de cemento, así que pesan lo suyo). Incluso han llegado a arrastrarme para alejarme de un contenedor de obras, sabiendo que terminaré revolviendo entre escombros para ver si encuentro uno de "mis tesoros".
Los mosaicos hidráulicos corresponden a un período de construcción muy concreto, desde finales del siglo XIX (circa de 1890) hasta los años 40 del siglo XX, cuando fueron sustituidos por el horroroso suelo cerámico. Durante estas décadas, se pasa de piezas cuadradas a teselas minúsculas y finalmente formas hexagonales. Pueden ser monocromas o incluir un dibujo en su interior, el cual se completa juntando varios azulejos. Sin olvidar que hay características locales, pues aunque este suelo se colocó en las casas de gran parte de Europa, cada fábrica tenía sus propios diseños. Y cuantos más colores más caro era.
¿Porqué esta obsesión? Pues es difícil de resumir. Podría decir que por cuestiones estéticas, pero no es del todo cierto. Es verdad que cada suelo es único, y que en muchos casos se trata de patrones diseñados para una habitación en concreto. Hay dibujos maravillosos y según el tamaño de las piezas se puede datar más o menos su creación. Sin embargo, el verdadero motivo es histórico (defectos de profesión, supongo): se trata de suelos manufacturados en un proceso semi artesanal, y en muchos casos están desapareciendo de manera irreversible. Si no se encuentran los catálogos de las fábricas que los creaban o queda alguna pieza que sirva de guía, es posible que ese diseño se pierda para siempre una vez el suelo se cubra, se sustituya o directamente se destruya. De ahí mi registro fotográfico.
Aquí aparecen algunas fotografías de mis pies de los últimos años sobre algunos de los suelos que he encontrado en Valencia, Barcelona, Córdoba, Sevilla, París, Atenas, Lisboa, Oporto... y mejor no os enseño las piezas sueltas porque sino me llamaréis loca, directamente. Aunque si queréis ver algunas, aquí hay otro post que escribí hace tres años sobre este tema. Aunque ahora tengo muuuchas más piezas...

Por suerte no soy la única que registra fotográficamente estos suelos. Aquí hay un enlace de Rosa Pomar, una artesana portuguesa que lleva tiempo recopilando diseños de suelos hidráulicos como yo. Algunos son espectaculares.

También enlazo un interesante estudio sobre la evolución de estos azulejos en Cataluña, zona muy industrializada a finales del siglo XIX y lugar de concentración de las principales fábricas de suelo hidráulico. 

Incluso tengo una carpeta en Pinterest con fotos de más modelos esparcidos por el mundo.

Y para terminar, un ejemplo de cómo se fabrican estas maravillas:

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