16.7.13

Momentos de calma y escucha. La meditación

Hace días que no aparecía por aquí. Durante la primera semana del mes hemos estado de un lado para otro: ferias, viajes, encuentros, cenas, visitas... Ha sido un tiempo interesante y estimulante. Pero como dice el refran "después de la tormenta siempre viene la calma". A lo largo de mi vida he podido observar cómo este dicho se cumplía: tras períodos de acción y aprendizaje y emocional social venían otros de calma y reposo donde aparentemente no sucedía gran cosa. 

No me considero una persona especialmente sociable. Me gusta pasar tiempo sola y en general no se me hacen pesadas las horas lentas. Normalmente mantengo un diálogo interior constante, una conversación comigo misma que me provoca sentimiento de calma. Puede parecer algo extraño lo que digo, sin embargo es cierto que presto mucha atención a mi estado de ánimo, los pensamientos que genero durante esos momentos y las emociones que siento a lo largo de los días. Es precisamente durante los períodos de calma cuando más atención presto, cuando más descubro y averiguo acerca de mis felicidades y ansiedades. 

Durante mi infancia y mi juventud he considerado esos dialogos como algo natural, intrínseco de mi persona. Sin embargo, desde hace un tiempo intento prestar una atención más activa al tipo de pensamientos y emociones que genero cuando me encuentro sin estimulaciones externas (obligaciones, eventos sociales) y realizo actividades que me gustan, como pasear o leer. Curiosamente, cuanto más me centro en ellos más aumenta un deseo en mi interior: la necesidad de equilibrio. No me considero una persona especialmente espiritual, pero sí creo que existen conexiones más allá de la percepción consciente. Intuiciones y capacidades internas atrofiadas, ya sea por el modo de vida que llevamos o la sociedad en la que nos desarrollamos, que se manifiestan en cuanto bajamos un poco la guardia. Aceptarlas y escucharlas suele ser un acierto.

En mi caso, se presenta ante mí la certeza de una necesidad de conexión entre mi cuerpo y mi mente. Aparecen necesidades claras, como el deseo de hacer ejercicio, salir al aire libre y especialmente, observar. Surge en mí una actitud contemplativa. No pasiva, sino una postura abierta, atenta, de escucha. Una necesidad imperiosa de simplemente ESTAR. Y la herramienta que mejor me ayuda es la meditación. Desgraciadamente para nosotros, hemos crecido en un entrono de estimulaciones constantes y nuestra mente funciona de forma autónoma, generando pensamientos en cascada, incluso sin nuestro consentimiento. A esa actividad sin descanso del cerebro le llamo en broma "el mono loco". Curiosamente, cuando nos sentamos a meditar, intentando controlar la respiración y estando atentos, surgen un alubión de pensamientos, de emociones, de juicios, de imagenes, la respiracón se acelera y en general sentimos que no podemos controlar la situación. Nuestro cerebro se alarma, le pedimos que pare y no sabe, no está acostumbrado a que intentemos frenarlo y genera como respuesta una sobrerreacción. Simplemente, no sabemos detenernos y estar en el momento presente. 

Parque natural de Ordesa, Monte Perdido. Pirineo aragonés, septiembre de 2011
Personalmente, el intentarlo ha sido una de las mejores decisiones que he tomado últimamente. Por supuesto, todavía me cuesta, pero una vez me suelto, me entrego y simplemente confío, ocurre algo maravilloso: los pensamientos poco a poco disminuyen, la respiración se equilibra de forma natural y una atención diferente se instala en mí. Durante unos momentos ESTOY, soy de forma consciente, sin juicios ni emociones. El instante que vivo se presenta ante mí y estoy con actitud de observarlo. Puede sonar místico, pero no se trata de una emoción religiosa: es un estado de conciencia diferente, donde estando despiertos decidimos entregarnos al momento, vivirlo plenamente, ser nosotros mismos completamente. 

Acallar la mente y el corazón durante unos minutos al día me está ayudando a conocerme mejor. Estoy más centrada y puedo transmitir de forma clara mis necesidades y mis alegrías, mi concentración aumenta y disminuye mi ansiedad. Percibo mejor los pensamientos cíclicos y las emociones residuales, los conflictos no resueltos. Entiendo mejor mis contradicciones y sé qué necesidades no tengo cubiertas. Aprecio mejor los detalles, los pequeños placeres, soy más consciente del paso del tiempo.

Para aquellos que sientan curiosidad, cuento lo que nos dijo nuestra profe de meditación el primer día que fuí. Meditar no es simplemente sentarse y cerrar los ojos, hacen falta dos elementos: INTENCIÓN Y CONFIANZA (ENTREGA). La intención se entiende como voluntad, disposición, actitud y ganas de realizar la meditación (si te sientas y cierras lo ojos pero por dentro estás pensando en otras cosas, oviamente no sirve de mucho). La confianza hace referencia a la voluntad de eliminar prejuicios, miedos, temores o barreras internas que nos impiden intentarlo. Es bueno prestar atención a pensamientos como "no puedo hacerlo, no paro de pensar, no puedo controlarlo, lo estoy haciendo mal, esto es una chorrada...", intentar no emitir juicios de valor y aceptar los miedos que surgen ante una situación nueva como ésta.
Nos entregamos al sueño cada noche, confiando que al día siguiente despertaremos. No emitimos juicios ni cuestionamos el acto de ir a dormir. Si tuvieramos miedo de no despertar, si nos angustiara quedarnos inconscientes cada noche, sería imposible conciliar el sueño de manera tranquila. La entrega al meditar es similar, una confianza en el proceso. 
La unión de estas herramientas, la intención y la confianza, son los requisitos iniciales para meditar. A partir de ahí, cada uno debe andar solo, descubrir qué tipo o tipos de meditación se ajustan mejor a sus necesidades y personalidad.

Parque natural de Ordesa, Monte Perdido. Pirineo aragonés, septiembre de 2011

A modo de conclusión, adjunto un texto que me gusta y creo que coincide bastante bien con las cosas que he ido descubriendo sobre este tema:

Como muchos de mis contemporáneos, estaba convencido de que cuantas más experiencias tuviera y más intensas y fulgurantes fueran, más pronto llegaría a ser una persona en plenitud. Hoy sé que, más que tener experiencias, sean del género que sean, conviene limitarse a vivir: dejar que la vida se exprese tal cual es, y no llenarla con los artificios de nuestros viajes o lecturas, relaciones o pasiones, espectáculos, entretenimientos, búsquedas... Todas nuestras experiencias suelen competir con la vida y logran, casi siempre, desplazarla e incluso anularla. La verdadera vida está detrás de lo que llamamos vida. 

La meditación acrecienta la confianza. Uno se sienta y ¿qué hace? Confía. La meditación es una práctica de espera. Pero, ¿qué se espera realmente? Nada y todo. Si se esperara algo concreto, esa espera no tendría valor, pues estaría alentada por el deseo de algo de lo que se carece. 
Por esta razón, para meditar no importa sentirse bien o mal, contento o triste, esperanzado o desilusionado. Cualquier estado de ánimo que se tenga es el mejor estado de ánimo posible en ese momento para hacer meditación, precisamente porque es el que se tiene. Gracias a la meditación se aprende a no querer ir a ningún lugar distinto al que se está; se quiere estar en el que se está, pero plenamente. Para explorarlo. Para ver lo que da de sí. 

La meditación posibilita vislumbres de lo real, fugaces pero indubitables, que ocasionalmente se nos regalan: momentos en que captamos quiénes somos en realidad y para qué estamos en este mundo. Para alcanzar esos vislumbres no merece la pena esforzarse; más que ayudar a encontrar lo que se busca, el esfuerzo tiende a dificultarlo. No conviene resistirse, sino entregarse. Tanto el arte como la meditación nacen siempre de la entrega; nunca del esfuerzo. Y lo mismo sucede con el amor. Lo único necesario para esa entrega es estar ahí, para captar lo que aparezca. La meditación es algo así como una rigurosa capacitación para la entrega.

Pablo d´Ors

Parque natural de Ordesa, Monte Perdido. Pirineo aragonés, septiembre de 2011

It's been a while since I write in mandarinux. During these last weeks we've been here and there like crazy: markets, trips, meetings, dinners, visits ... It has been an interesting and challenging month. But as the saying goes "the calm comes after the storm". All my life I have seen how this saying was true: after periods of daze, or social and emotional learning always come periods of calm in which nothing really happens.

Do not consider myself a particularly sociable person. I like to spend time alone and I do not consider it boring. Normally I maintain an internal dialogue, a conversation with myself that makes me feel very calm. It may seem a strange thing to say, but I pay a lot of attention to the moods and thoughts I feel throughout the day. It is precisely during the periods of calm when I pay more attention to myself, when I most discover about my joys and anxieties.

During my childhood and youth I considered these dialogues as natural and intrinsic to myself. For some time now, I have been trying to pay more active attention to kind of thoughts and emotions that are generated when I spend long times without external stimulation (such as obligations and social events) and do the things I like, such as walking or reading. Interestingly, the more I focus on them, the more a specific desire unveils: the need for balance. I do not consider myself a particularly spiritual person, but I believe that there are connections beyond the conscious perception. Intuitions and internal capabilities that are atrophied, either by the modern way of life or by the society in which we develop. They all manifest when we have our guard down. Usually, to accept and listen to them is the right thing to do.

In my case, most of the times I feel the need to connect body and mind. I have clear needs like the desire to make some exercise, to go outdoors. A contemplative attitude arises. It is not a passive attitude, but rather an open-minded and attentive listening. A simple urge to BE. And the tool that best helps me to achieve it is meditation. Unfortunately for us, we have grown in the middle of constant stimulation. Our minds operate autonomously, generating waterfalls of thoughts, even without our approval. I call it the "crazy monkey" to this restless activity of our brain. Interestingly, when we sit in meditation, trying to control our breathing and being somhow in tune, there is an avalanche of thoughts, emotions, judgments, pictures, the respiration generally accelerates and we feel we lose control of the situation. Our brain is in a state of alarm because we ask it to stop and it simply doesn't know how. So it generates an overreaction. We simply have a bad time living the present moment.

Kios, Grecia, verano 2012


Personally, just to try it out has been one of the best decisions I've made. Of course, I still have difficulty, but once I let go, surrender completely and simply trust, something wonderful happens: the amount of thoughts gradually diminish, breathing becomes naturally balanced. For some moments I AM, I am a conscious, without judgments or emotions. The present moment is presented to me and I observe it. It may sound mystical, but it is not a religious emotion: it is a different state of consciousness. While I am awake I surrender to the moment, I live fully, I can be myself completely.

To quiet the mind and heart for a few minutes a day is helping me to get to know me better. I'm more focused and I can clearly convey my needs and my joys, my concentration is increasing and my anxiety decreasing. I can better understand my thoughts and emotions, and specially my cyclical residual unresolved conflicts. I see my contradictions and what I have not covered yet. I can better appreciate the details, the small pleasures, I am more aware of the passage of time.

For those who are curious, I can tell you what my teacher told me in the first day of meditation. Meditation is not just sitting, it takes two elements: INTENTION AND TRUST (DELIVERY). The intention is understood as will, attitude and desire to perform meditation (if you sit and close your eyes but inside you're thinking about other things, obviously it won't work). Trust refers to eliminate prejudices and fears, fears or internal barriers that prevent us from trying. Pay attention to thoughts like "I can not do it, I keep thinking, I can not control it, I'm doing it wrong, this is bullshit ..." try not to make value judgments and accept the fears that arise in a new situation like this.
We surrender to sleep every night, trusting that the next day we awake. We do not make judgments or question the act of going to sleep. If we had the fear of not waking up, we would stay each night in distress, we would not sleep so quietly. To delivery oneself to meditation is similar, it requieres confidence in the process.
The union of these tools, the intention and trust, are the initial requirements to meditate. From there, each must go alone.

Formentera, verano 2010

In conclusion, I copied a text that I very much like and I think it matches quite well the things I have discovered about meditaton:

"Like many of my contemporaries, I was convinced that the more experiences I had and the more intense and dazzling they were, the sooner I waould to become a fulfilled person. Today I know that rather than having many experiences, whatever knd they are, we should limit ourselves to living: let life be expressed as it is, and not fill it with the artifices of our travellings and readings, relationships and passions, shows, entertainment, searches ... All our experiences often compete and succeed in life almost always obscure it, sometimes cancel it. True life is behind what we call life.

Meditation increases trust. One sits and what do you do? Trust. Meditation is a practice of waiting. But what do we really expect? Nothing and everything at the same time. If you are expecting something specific, that wait is worthless.
For this reason, you can meditate no matter if you feel good or bad, happy or sad, hopeful or disappointed. Any mood you have will be the best mood at that time for meditation, precisely because it is the one you have. Through meditation you learn not to want to go anywhere other than being, you learn how to want to be where you are, fully. To explore it. To see what it gives back to you.

Meditation allows glimpses of reality. They are fleeting but true it can give you times when you capture who you really are and why you are in this world. To achieve these glimpses one must not make an effort. Because rather than helping, the effort tends to hinder them. One should not resist, but surrender. Both art and meditation are always born from delivery, not the effort. And so it is with love. The only thing necessary for such delivery is to be there, to capture what you see. Meditation is something like a rigorous training delivery".

Pablo d´Ors


Formentera, verano 2010

1 comentario:

Juanvi dijo...

;)

http://www.goear.com/listen/7ac6135/pasear-julio-bustamante