Oporto está de moda. Y no es para menos. Es una ciudad fascinante, llena de personalidad y con proyectos muy interesantes. La gente suele visitarla por su aspecto exterior: las casas alicatadas, sus calles decadentes, la ropa tendida y los gatos en las calles. Por ser un lugar todavía con ritmo propio. Una ciudad con escala humana y comercios pequeños, donde sus habitantes mantienen con vida los rincones más auténticos. El turismo no interrumpe el ritmo cotidiano, y eso es fabuloso.
Pero Oporto no es solo eso. Si miras un poco más atentamente, descubres una ciudad cosmopolita, con gente joven haciendo cosas nuevas y originales. Con escritores y artistas gestionando espacios propios. Con librerías. Personalmente, una ciudad donde he podido ver más de cinco librerías pequeñas en el centro, abiertas y con clientela, cuenta con mi más sincera admiración.
Y aun hay más. Tiendas de ilustradores y crafters locales, galerías de arte, teterias en casas antiguas, cafeterías con productos orgánicos, recorridos turísticos que hablan sobre la okupación de espacios o sobre la mala gestión urbanística, hostales con edificios rehabilitados por gente local, viajera y sociable...
Podría hablar del Puente de Don Luís I, el Café Magestic o la Francesinha, pero hay algo más que percibes al recorrerla. Realmente, se parece mucho a una ciudad del siglo XXI. Con sus cositas y sus miserias cotidianas, como todas. Pero cuando observas sus fachadas y su gente sientes que saben donde van. Cual es la ciudad que les gustaría vivir.
Oporto is trendy. And it's no wonder why: it's a fascinating and full of personality city with many ongoing projects. People often visit Oporto for its external beautiful appearance: the tiled houses, decadent streets, the cats in the streets. Because it's a place that conserves it's own rythm.
In fact, it's a balanced city at the human scale, with small and authentic shops where tourists don't seem to interrupt the daily tasks...which is fabulous.
But Oporto isn't just this. If you look closely, you'll discover a cosmopolitan city, with young people thiving with new and original projects. You can find writers and artists running their own places and the city is full of bookshops. Personally, any city with more than five small bookshops in the centre - all crowded with clientele - has my sincere admiration.
But there is more. Shoping centers exclusive for local crafters and illustrators, art galleries, tea shops in old houses, cafes with organic products, city tours that show you the the abandoned spaces in the city and consequences of poor urban management, Hostels that are built in old and rehabilitated buildings and run by local and friendly people...
I could describe the Don Luis I Bridge, the Café Magestic or the famous Francesinha, but there is so much more than that. Actually, it is a real city of the XXI century. Of course with the daily miseries, like all places. But when you look at the facades and the people, you know they all seem to have one thing clear: that is the city they want to live in.